miércoles, 3 de noviembre de 2010

IMPORTANCIA DE LOS INFORMES METEOROLÓGICOS

" El 15 de octubre de 1987, los boletines meteorológicos de la televisión británica pronosticaron vientos fuertes, pero nada más. El lector de noticias de la cadena BBC, al comentar el informe de un televidente sobre un huracán que se avecinaba, dijo; “No se preocupen, es una falsa alarma.”

Esa noche, bautizada más tarde como Viernes Negro, el sur de Inglaterra fue azotado por la tormenta del siglo. Vientos de hasta 185 Km/h derribaron 15 millones de árboles y provocaron 19 muertes, así como pérdidas materiales por valor de 1.000 millones de libras esterlinas. La protesta pública no se hizo esperar: ¿por qué no se advirtió a tiempo de lo que iba a ocurrir? "

La respuesta llana fue que los encargados del boletín se equivocaron. A pesar de los avances tecnológicos, el pronóstico del tiempo es una ciencia incierta, y siempre lo será.

La Evolución de una ciencia difícil: El arte de predecir el tiempo comenzó en 1643, cuando el físico italiano Evangelista Torricelli inventó el barómetro. Con este instrumento pronto pudo saberse que el aumento o la disminución en la presión del aire correspondía a cambios climáticos, y que con frecuencia una baja anunciaba tormenta.

Pero sólo con la invención del telégrafo en la década de 1840 fue posible reunir informes de estaciones meteorológicas dispersas y hacer predicciones con relativa precisión. A principios de este siglo la radio dio pauta a otro avance. y en la década de
1 960, los adelantos de la informática hicieron pensar que la meteorología podría al fin predecir el tiempo con semanas de anticipación.
El volumen de información de que disponen hoy los pronosticadores es asombroso. La Organización Meteorológica Mundial recibe informes de 9 000 estaciones terrenas y de 7500 barcos. En las estaciones se realizan varias mediciones al día bajo condiciones normales (por ejemplo, la velocidad del viento se mide a 10 m del suelo).

Además, globos meteorológicos lanzados desde 950 estaciones alrededor del mundo inspeccionan la atmósfera a una altura de hasta 30 Km. Unas 600 aeronaves informan diariamente sobre las condiciones climáticas en los océanos, y siete satélites exploran el planeta desde una altura de 80 Km.
Desde todos esos puntos se reúne una enorme cantidad de datos, como la velocidad y dirección del viento, la temperatura, nubosidad, precipitación, humedad y presión atmosférica , se introduce en una red de 1 7 estaciones alrededor del planeta que conforman el Sistema Mundial de Telecomunicaciones.

Prever las condiciones meteorológicas es fundamental para la vida en el Occidente industrializado.
En el tránsito aéreo, por ejemplo, los pronósticos que permiten a los aviones eludir los vientos de cola o reprogramar los aterrizajes para evitar & mal tiempo, ahorran unos 80 millones de dólares en combustible al año. Industrias como la de la construcción, el transporte marítimo y la agricultura dependen en gran medida de los pronósticos del tiempo por hora y por día.

Los fenómenos meteorológicos que ponen en jaque a los pronosticadores son los ciclones —enormes tormentas que se originan en los mares tropicales—. Los que se desplazan hacía el oeste a través del Atlántico se llaman huracanes, y los que recorren el Pacífico, tifones. Los ciclones se forman en el ecuador y pierden fuerza a medida que tocan tierra. Los huracanes suelen durar una semana, y son impulsados por el aire húmedo y caliente del mar tropical. Durante la temporada de ciclones más de 100 tormentas se forman frente a las costas de África, de las cuales seis se transforman en huracanes.

Cuando se detectan los nubarrones en espiral característicos de una tormenta tropical, por lo regular por satélite, una estación meteorológica situada en Miami, Estados Unidos, entra en acción: el personal analiza los datos procedentes de satélites, sistemas de radar, boyas automatizadas y aeronaves para predecir el curso del huracán —en particular dónde se desatará—.

A principios de septiembre de 1988, una zona de baja presión comenzó a cobrar fuerza frente a las costas de África hasta que el sábado 10 de ese mes se convirtió en un huracán más tarde llamado Gilberto. Dos días después, Gilberto azotó Jamaica con fuerza devastadora, dejando sin hogar a la quinta parte de los 2.5 millones de habitantes de la isla y destruyendo muchas cosechas.

Después, al alejarse de la devastada isla, Gilberto casi duplicó su fuerza creando rachas de viento de hasta 280 km/h —la peor tormenta que ha azotado nuestro hemisferio en este siglo—. El huracán, cuyo curso se predijo con mucha precisión, llegó a la península de Yucatán el miércoles al amanecer, dejando un saldo de 30 000 damnificados. Pudo haber sido peor: en 1979, el huracán David causó 1100 muertes, y el Flora mató a 7200 personas en 1963. El número relativamente bajo de muertes provocadas por Gilberto, unas 300 personas, se debió a la oportunidad con que se emitieron los boletines.

Los fenómenos meteorológicos son en buena medida imprevisibles. Las imágenes usadas para representar factores variables como la velocidad del viento o la temperatura ambiental son válidas tan sólo por un momento; al segundo siguiente se vuelven aproximativas. Por pequeñas que lleguen a ser las desviaciones respecto a los valores verdaderos, predicción y realidad pronto se separan.

Los científicos aceptan que hasta los cambios climáticos leves pueden tener graves consecuencias, Ellos se refieren en broma a ese hecho como el “efecto mariposa”: la idea de que una mariposa que agite sus alas en Pekín, por ejemplo, puede causar una tormenta en Nueva York. Así que el límite actual de vigencia de un pronóstico es de pocos días.

La experiencia diaria de un pronosticador suele ser mejor guía que cualquier modelo de computadora.
Aun con las mejores computadoras y una información más depurada, parece poco probable que se realicen pronósticos meteorológicos precisos con más de dos semanas de anticipación.

TROMBAS MARINAS







La tromba marina o manga de agua (waterspout en inglés), es un embudo conteniendo un intenso torbellino de agua, usualmente conectado a una nube cumuliforme.
Las trombas marinas se dividen en dos tipos: tornádicas y no tornádicas
Las trombas tornádicas son justamente tornados sobre el agua, cuya formación depende de la existencia del denominado mesociclón, un sistema de baja presión en la escala de 2 a 10 km, que se forma dentro de una tormenta eléctrica muy severa, organizada y persistente denominada supercelda. Este tipo de trombas son más raras, por cuanto los tornados en general se forman en los continentes, donde la fuente de calor superficial y los contrastes de masas de aire son mayores. Los daños que produce un tornado son muy severos, por cuanto implican vientos de hasta 512 km/h (F5 en la escala Fujita
Las trombas no tornádicas (también le llaman fair weather waterspout en inglés), son mucho más comunes que las tornádicas. En general se forman bajo la base de grandes cúmulus o de cumulunimbus y su severidad rara vez excede el tipo F0 en la escala de Fujita (menos de 116 km/h), aunque representan de cualquier manera un riesgo serio para la navegación. La rotación se origina desde las capas inferiores del suelo .



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